lunes, 7 de julio de 2008

PUEBLA DE CAZALLA, 40 REUNIONES DE CANTE JONDO

José Francisco López (Arahal)



“La Foronguilla, el Cañuelo
y la fuente de Piyaya
las agüitas de mi pueblo.”
(Francisco Moreno Galván)

En el cuadrante suroriental de la provincia de Sevilla encontramos La Puebla de Cazalla, una localidad acogedora con una enorme importancia dentro del Flamenco. En La Puebla han nacido artistas que han hecho más grande el cante, lo que supone que haya tenido y tenga un gran peso en todo lo que se refiere al mundo jondo. Por citar algunos contemporáneos, tendríamos que hablar de Dolores Jiménez Alcántara, “Niña de la Puebla”, José Menese, Miguel Vargas, Diego Clavel, Manuel Gerena o Manolo “El Catato”; incluso Joselero, al que se le conoce como Joselero de Morón, en realidad nació en La Puebla de Cazalla. Más jóvenes son cantaores como Rubito hijo o Raúl Montesinos, ambos ganadores de la “Lámpara Minera”, y que hacen de La Puebla de Cazalla una cantera inagotable de cantaores.

Pero no sólo ha dado La Puebla grandes cantaores, sino que ha dado al mundo del Arte en general dos artistas geniales, los hermanos José María y Francisco Moreno Galván. En el caso de este último sus letras flamencas y su pintura ha tenido una influencia extraordinaria en el mundo del Flamenco, que sin duda no sería el mismo sin su majestuosa figura.

Fue precisamente Moreno Galván junto con Menese y otros amigos los que organizan en el año 1967 la “I reunión de cante jondo” en La puebla de Cazalla. La idea surge en una reunión de amigos y, en un principio, cuenta Moreno Galván, él no era muy partidario, aunque otros contertulios como José Menese sí apostaban por hacer un festival en La Puebla. Contaba Moreno Galván que al final lo comprometieron y tuvieron que organizar esa “I reunión de cante jondo” en quince días, ya que querían que fuera en verano y dado lo avanzado del mismo y los compromisos que ya tenían los amigos y artistas que iban a participar, sólo les quedaba la fecha del 2 de septiembre de 1967.



Y fue en esa fecha cuando se reúnen en La Puebla, en el Arquillo viejo, artistas de la talla de Antonio Mairena, Juan Talega, Chocolate, Fernanda y Bernarda, Perrate, Menese y Joselero, entre otros.

La filosofía de esta “reunión de cante” tal vez comience con su mismo nombre, no es un festival, es una “reunión”, quizás una concepción más o menos consciente que tiene que ver con los “cabales” que se reúnen en torno al cante.

Es una filosofía distinta a la de otros festivales anteriores donde la comida y la bebida parecía tener más importancia que el cante mismo.

Yo personalmente no he podido vivir aquellas primeras reuniones en el Arquillo viejo, pero me cuentan que la estética era muy simple, muy directa, centrándose todo sobre el cante, el toque y el baile. Sí he podido vivir la “reunión” en su ubicación actual, la Hacienda de la Fuenlonguilla. La primera vez que fui me llamó la atención la puntualidad exquisita con la que comienza, algo por lo que cualquier espectáculo empieza a ser grande, pero más allá de eso, recuerdo el olor a romero y tomillo, el marco incomparable, la sobriedad del escenario y el respeto, el magnífico y sabio respeto del público.


Por otra parte, y escuchando a gente de La Puebla, sobre los momentos más impactantes de estas 40 ediciones de la “Reunión de cante”, todos coinciden en que, quizás el momento más emocionante se produce en una actuación de Antonio Mairena, cuando, según lo contaba Moreno Galván, estaba cantando bien, pero en un momento determinado se quedó mudo, nada salía de su garganta. Fue un momento muy difícil y de pronto todo el mundo se puso en pie aplaudiendo, como homenaje al maestro de Mairena. Antonio salió prácticamente llorando del escenario. Después insistió en volver a salir, pero lo convencieron para que no lo hiciera.

Me cuentan que otro momento mágico fue cuando Juan Talega en los momentos finales como cantaor comentó: “Vais a escuchar lo poquito que queda de una gran muralla.”. En 40 ediciones mucho son esos momentos mágicos, prácticamente cada “reunión” tiene el suyo, aquel año de Matilde Coral, y aquel otro de…


Desde aquellas diez primeras “reuniones” en la Plaza del Arquillo hasta las últimas ediciones en la Hacienda de la Fuenlonguilla, La Puebla de Cazalla ha repartido magia flamenca por todos los rincones, ha repartido duende, arte y la personalidad que sólo tienen los grandes. A mí, como aficionado, sólo me queda deciros: gracias.